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El ángel de Charlie

17 Ago

Vale preguntarse cuál será la fascinación que ejerce ver a alguien cocinar. Porque sin temor a equivocarnos estamos seguros que el 90 % de los que miran programas dedicados a la gastronomía nunca en su vida sorprenderán a familiares o amigos con algunos de los platos que allí se preparan, aunque alguna que otra vez hasta se hayan tomado el trabajo de anotar la receta. Lo que sí se aprende y se aplica, es algún que otro truco valioso para que, por ejemplo, la salsa blanca no tenga grumos, los huevos duros no tengan sabor amargo y cómo hacer para que el salteado de verduras salga más o menos parecido al que nos mandan, vía delivery, del restorán chino de la vuelta.

En esto, está claro, Utilísima Satelital pareciera estar más cerca de nuestras milanesas con fritas cotidianas que El Gourmet, donde uno siempre se ilusiona con que esta vez sí, tenemos todos los ingredientes para mandarnos una comida del carajo hasta que al final siempre le terminan echando un chorro de un aceite que solo se consigue en los Balcanes durante el equinoccio de primavera o filetean un vegetal que no hemos visto en nuestra vida y que seguramente en la verdulería de la cuadra no se consigue.

Ambos canales no pudieron escapar de la fiebre reality que atraviesa transversalmente a la televisión toda. En el primero se llamó Cocineros al Límite, inspirado en el foráneo Top Chef; y en el segundo, Yo quiero ser Gourmet 2010. De este último resultó ganador  un señor de nombre Charlie Rowe, que ahora tiene su propio programa en esa misma señal, llamado En casa cocina Charlie.

Charlie es un señor mayor. Estamos seguros de que en la calle siempre hay gente que le dice abuelo. Porque es cierto: podría ser tranquilamente padre de alguno de nuestros padres. Canoso, panzón, de habla fácil. Reconoce que su formación es de la hornalla de la vida. “Yo aprendí a cocinar – dice – porque me gusta comer bien”. Ignoramos si lo han sometido a algún tipo de entrenamiento pero se maneja delante de las cámaras con un natural profesionalismo. Sabe meter como quién no quiere la cosa el chivo sobre la revista del canal y mecha comentarios sobre sus charlas con el carnicero amigo, que se sorprende, nos cuenta, por algunos particulares pedidos que él le hace. Porque si bien se permite alguna que otra sofisticación (como usar mostaza de Dijon que compró en su último viaje a Francia) Charlie cocina abundante, para recibir a los amigos, para bajarse un par de botellas de tinto al mismo tiempo. Como el puré de batata que hizo para acompañar el carré de cerdo (que idealmente debería cocinarse con cuero y todo, aconseja Charlie). Cortó las batatas en rodajas del mismo tamaño, las tiró en una olla, le agregó mucha manteca, sal, pimienta y crema de leche “hasta cubrir”. Se cocina y listo. Sin colar, solo queda pisar y pisar hasta hacerlo puré, que era el objetivo.

Buen provecho.